Gestamp prueba en Euskadi la fábrica 100% flexible que lanzará en 2025

El grupo, con ayuda del Gobierno vasco, ha invertido 18 millones para una planta piloto que permite adaptarse a los cambios en los pedidos

Viernes, 11 Febrero 2022

En una pequeña planta alquilada de Areitio, la multinacional de automoción Gestamp, especializada en estampación, está probando su gran apuesta de futuro: «una fábrica inteligente», totalmente automatizada, que va mucho más lejos que la industria 4.0. Su gran ventaja respecto al sistema actual es que las líneas de ensamblaje ya no solo servirán para un producto, como podría ser la puerta de las furgonetas de Mercedes, sino que son absolutamente versátiles y podrán realizar cualquier pieza de cualquier modelo. Los propios robots cambiarán de garras y utillajes cuando pasen de un encargo a otro. Se trata de una flexibilidad vital en las nuevas condiciones de mercado, en la que los fabricantes de vehículos, clientes de Gestamp, ya no saben con certeza que volúmenes harán de cada modelo. Más allá de las oscilaciones por el covid y la falta de chips, las dudas sobre tecnologías hacen que los pedidos varíen mucho y no se ajusten a las expectativas.

Toda esta innovación está concentrada en la planta de Areitio, un laboratorio futurista provisional, ya que la idea es trasladarlo al AIC de Boroa este verano, cuando las instalaciones estén preparadas. La inversión en estas plantas piloto es de 18 millones de euros y de ellos el Gobierno vasco pone la mitad mediante una subvención. Gestamp lleva ya tres años trabajando en este proyecto y la intención es lanzar en 2025 la primera fábrica inteligente para producir en serie componentes de coches que ya serán eléctricos. Pero todavía no se sabe dónde se instalará. Dependerá de qué cliente acepte su propuesta de producir con este sistema.

El cambio supone un gran ahorros de costes. El director de estandarización de equipos y fabricación avanzada de Gestamp, René González, lo explicó ayer de forma gráfica a EL CORREO: «Hasta ahora necesitábamos una línea de ensamblaje para la puerta de Mercedes. No podías meter otra puerta o un capó. Tenías que cambiar toda la línea para ello. Ahora pones capacidad o la quitas en función de las necesidades, e incluso te puedes llevar los módulos de producción a otra fábrica».

La compañía trata de acomodarse así a las oscilaciones en los volúmenes de producción.

Para explicar la mejora que supone, el grupo mostró primero el funcionamiento de la planta de Abadiño, que es la más importante que tiene en Euskadi. Esta instalación dedica un 75% de su producción a las furgonetas de Mercedes de Vitoria y el resto va, principalmente, para Volkswagen. En la planta se realiza estampación en frío y en caliente. Se trata en ambos casos de dar forma a componentes como las puertas o al capó a través de las presas y los troqueles. Una vez obtenida la pieza es cuando pasa a la línea de ensamblaje, donde se pega la piel con el refuerzo interior y se le implantan los distintos componentes. Es esta parte la que se modificaría totalmente para dotarla de la flexibilidad necesaria. Se acabaría así lo de invertir en una línea que puede quedar infrautilizada, con el coste que ello supone.

Automatización total

Además de esta versatilidad, la planta está totalmente automatizada. Los datos de las líneas llegan a un software desarrollado por Gestamp, que a su vez manda las órdenes a los robots. Por la planta se mueven una especie de vehículos autónomos llamados AVG que llevan los utillajes a esos robots. Los operarios quedan fuera, ocupándose de cargar los AVG con lo que corresponda y de la recepción de piezas al final.

¿Supondrá esto un nuevo caso de destrucción de empleo por automatización? González respondió que entre un 10% y un 15% de la plantilla serán nuevos perfiles como desarrolladores de software y científicos de datos. Ahora bien, también recordó que Abadiño ha crecido de 200 personas a 700 en un proceso de fuerte automatización. «Cuanto más negocio tengamos, más empleo daremos», resumió.

Gestamp, que tiene más de 100 plantas en el mundo y emplea a 41.000 personas, sufrió el año pasado los efectos de la escasez de chips, lo que agravó aún más el impacto del covid. Antes de la crisis llegó a facturar 9.000 millones. La compañía aspira a captar fondos europeos para su fábrica inteligente dentro del PERTE, al que acude de la mano de Seat.

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